Lotería de Navidad en tiempos de Inteligencia Artificial

Dicen los medios que la Inteligencia Artificial ha predicho el número ganador del sorteo de lotería de Navidad de este año: el 03695. Esto solo puede significar una cosa: de momento, la IA no es tan lista como creíamos. No se puede predecir un suceso aleatorio. (No, no se puede, aunque hayas oído mil veces que sí se puede tomando suficientes datos). En sucesos aleatorios independientes, lo que haya ocurrido en los casos anteriores no tiene ninguna influencia en lo que vaya a ocurrir próximamente.
Obviamente, no creo que sea un error real de la IA. Más bien me parece una pregunta mal formulada y una respuesta mal entendida por un periodismo superficial en busca de clics. Sin embargo, el número se agotó en pocas horas en las administraciones de Elche donde se vendía. Esto sugiere que, o la mayoría no entendemos las matemáticas, o nos falta espíritu crítico al leer las noticias… o ambas cosas.
Quizá el problema de la IA no sea que las máquinas son demasiado inteligentes, sino que nosotros no lo somos suficientemente.
Hace exactamente un año que me empecé a acercar a la IA generativa con curiosidad y desconfianza. Aquí, mi experiencia: Mi entrevista con la IA
Hoy, un año más tarde, todos hemos cambiado mucho. Ella y yo incluidos.

Algunas aplicaciones diarias en la oficina

Por mi parte, como fanático del aprendizaje continuo, a lo largo de estos meses he ido introduciendo en mis rutinas varios cambios en los que ChatGPT en su versión gratuita en pruebas ha jugado un papel importante para simplificar tareas sencillas de lenguaje como redactar contratos o acuerdos de confidencialidad, leer y resumir la última memoria anual de una empresa publicada antes de 2021, o mejorar la corrección, legibilidad o calificación SEO de una página web.
Además, he descubierto las posibilidades realmente prácticas de la versión de suscripción. Al admitir documentos aportados por el usuario, el sistema puede “analizar” un informe en excel o un texto que le aportemos, es decir, buscar patrones y presentarnos en forma verbal algunas conclusiones utilizables. Por otra parte, puede conectarse a internet y así contar con informaciones posteriores a 2021, fecha en que la versión gratuita terminó su entrenamiento.
También he querido probar el concepto de “artículos colaborativos” de Linkedin, que básicamente son artículos orquestados por la IA con la inestimable ayuda de algunos humanos que de manera voluntaria y gratuita -a cambio tan sólo de algún que otro like- alimentamos a la máquina con nuestras ideas y conocimientos.
(Sí, es exactamente eso y, aunque así descrito suene distópico, muchos lo estamos haciendo ya sin que nadie nos obligue).
Pero estos pequeños cambios en mi vida no son nada comparados con los cambios que ha visto la industria.

Un año trepidante

Un breve resumen de lo que ha ocurrido en ese campo a lo largo del año, empezaría con el boom de las IA generativas. ChatGPT se abrió a uso público a finales de 2022 y al escribir estas líneas tiene 100 millones de usuarios semanales en el mundo. Por otra parte, las aplicaciones de IA de diseño gráfico para crear imágenes o video a partir de instrucciones simples mejoran cada día. Desde los primeros y, en mi opinión, feos e inquietantes dibujos de Dall-E hace un año, hasta sistemas de creación de video muy sofisticados o el último juguete, Freepik Picasso, que permite dar las instrucciones graficas en forma de dibujo simple y tiene lista de espera para hacer pruebas gratuitas.
Por el camino, igual que se ha puesto un anorak de rapero al papa Francisco, lo cual es gracioso pero muestra lo fácil que es crear noticas falsas, también se ha hecho desgraciadamente posible un escándalo de maltrato a la imagen de menores. Y es que una tecnología no es buena ni mala, depende del uso que hagamos de ella, y… ¿ha habido alguna vez una tecnología que la humanidad no haya usado para el mal?
Entre los preocupados por el buen uso de la IA destaca el Future of Life Insitute, fundado por Max Tegmark, muy activo en la lucha preventiva contras las armas inteligentes. Precisamente Tegmark, junto con otros científicos, firmaron en marzo una polémica carta pidiendo pausar el desarrollo de aplicaciones gigantes de IA hasta tener una regulación segura.
Entre los firmantes estaban empresarios como Elon Musk y Steve Wozniak que, por ser parte implicada en el negocio, podrían ser sospechosos de buscar simplemente bloquear a sus competidores más pequeños, pero también científicos de gran prestigio académico como Joshua Bengio, permio Turing, el historiador Youval Harari y el propio Max Tegmark. Su preocupación resulta preocupante. Si se desarrolla una IA general, ¿cómo podemos estar seguros de que no aprenderá a trabajar de acuerdo con sus propios objetivos?
Se llama Inteligencia Artificial General a una supuesta IA que pudiera aprender en todas direcciones y razonar de manera equivalente a la humana, a diferencia de la IA específica, que trabaja en los límites de un estrecho campo de especialización: juega al ajedrez o escribe textos o crea fotos, pero no aprende a hacerlo todo ya que está sujeta a objetivos muy concretos. De manera teórica y especulativa, la IA general podría representar una amenaza para la humanidad si aprendiera a razonar y a fijar sus propios objetivos independientemente de los nuestros.
Otros expertos, como Andrew Yng, creen que no hay que preocuparse por el riesgo de extinción de la especie humana. Sin embargo, esto no hay que interpretarlo como despreocupación: Yng ve riesgos reales reales para la información, la participación democrática y el mercado de trabajo, entre otros.
¿Llegaremos a tiempo de regular para mitigar esos riesgos? La Unión Europea acaba de dar un primer paso aprobando el Acta de Inteligencia Artificial tras meses de duro debate entre instituciones, expertos y el lobby de las grandes tecnológicas. En los próximos meses veremos si se ha encontrado el equilibrio entre mitigar riesgos y no bloquear a las emergentes industrias europeas, y si esta regulación sirve de modelo para otras regiones a tiempo para poner armonía en los próximos desarrollos. Hay muchas preguntas aún abiertas.

Ese debate estaba sobre la mesa cuando, este mes de noviembre, estalló una sorpresa sensacional. Open AI despedía al CEO Sam Altman. A continuación, supimos que la empresa podría estar a punto de desarrollar una IA General amenazadora y disruptiva, en el llamado proyecto Q*. El despido de Altman podría tener que ver con esta noticia. Poco después de esta filtración Altman fue readmitido, al parecer por la presión de los propios trabajadores.
La historia no deja de ser opaca e inquietante.

¿Debemos preocuparnos?

De todos los peligros que representa la IA, el que menos me preocupa es que tome el control del mundo. La posibilidad de que la IA cree objetivos propios parece una especulación teórica, demasiado remota para que podamos influir en ello o preocuparnos. Y, por otra parte, mirando a nuestro alrededor -cambio climático, desigualdad, guerras, genocidios…- no parece que a nosotros se nos haya dado muy bien escribir la historia. Perdonen el cinismo pero tal vez la máquina no lo haga peor que nosotros.
El segundo peligro, y este me parece más real, es que nos deje sin trabajo o al menos que altere profundamente la estructura del mercado de trabajo. Sin duda se van a producir cambios, se están produciendo ya, y el reto es conseguir que el proceso de transición hacia algún nuevo modelo laboral no cree sufrimiento sino progreso.
Tenemos que discutir cómo queremos que sea el mundo del trabajo del futuro y cómo nos preparamos para él. ¿Se traducirá la gran mejora de productividad en que todos trabajaremos menos? Y, en ese caso, ¿cómo llenaremos nuestro ocio y nuestra autoestima? ¿O trabajará solo una élite intelectual? Y entonces, ¿cómo financiaremos una vida digna para todos? Los políticos deberían estar debatiendo propuestas sobre esto… en vez de estar hablando de todo eso que ustedes ya saben.
En tercer lugar, lo que más me preocupa pensando a corto plazo es el impacto sobre la calidad de los productos culturales e informativos que consumiremos próximamente. La IA generativa permite crear texto o imágenes de forma fácil incluso a quien no tiene nada que decir. O los consumidores desarrollamos cierto espíritu crítico o vamos a leer muchas vaciedades en vez de informaciones rigurosas y creaciones que vienen directamente de la mente y el corazón del ser humano que los crea. ChatGPT puede ser el autotune de la escritura.
Ya está pasando. En Linkedin circulan abundantes consejos de los gurus de la creación de contenidos para que ChatGPT escriba por nosotros, generando no sólo el texto sino incluso las ideas. Esto asegura que las ideas que circulan sean refritos de unas pocas, y que todos los artículos sean estilísticamente iguales. El periodismo no se libra del impacto, y en los medios abundan reportajes llenos de sesgos y vacíos de interés, como preguntarle a la IA cual es la ciudad más fea de España o el número ganador de la lotería. Estos artículos, por venir de una tecnología nueva, atraen clicks y atención. Como se ha visto en Elche.
Por mi parte me resisto y, aunque utilizo la IA en tareas productivas, no la he dejado entrar en este blog, a no ser de visita en la entrevista antes referida. Como hijo de escritora y padre de periodista, me acerco con gran respeto al arte de escribir y, aunque mi prosa sea imperfecta, quiero que sea personal. No creo contenidos: escribo artículos. No para ningún algoritmo, sino para ti, persona.

Dicen que la lotería es un impuesto especial para los que no saben matemáticas. Sin embargo, muchos científicos juegan a la lotería. Jugamos. ¿Por qué? Sinceramente, no creo que tenga nada que ver con la esperanza de ganar, que es aproximadamente igual a cero. Más bien tiene que ver con no perder una vieja tradición que tiene implicaciones emocionales. El soniquete de los niños del colegio de San Ildefonso cantando toda la mañana del día 22 es para muchos un anuncio sensorial de la Navidad entrañable y un poco nostálgico como el olor de las castañas asadas, los villancicos o las luces de la ciudad.
Ese comportamiento contradictorio e irracional que nos conecta y hace que, incluso los más escépticos, acabemos abrazándonos por navidad, es probablemente parte de lo que nos hace humanos y lo que la IA está muy lejos de poder hacer.
Feliz Navidad y… ¡que os toque la lotería!

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